Escritos Sobre Arte Mexicano
Jean Charlot

Editado por Peter Morse y John Charlot

© 1991--2000
Peter Morse y John Charlot

Notas Bibliográficas
Índice


 

Nota sobre la Pintura Mural de los Mayas

Existen, entre los restos hasta ahora descubiertos de la civilización maya, una media docena de vasos decorados con personajes, en los cuales la pureza de estilo no permite catalogarlos entre los objetos de arte menor, con cualidades más bien decorativas, sino decididamente como arte monumental.

El ejemplar aquí reproducido es el único que quedaba hasta ahora inédito. Pinté la copia directamente del original durante mi estancia en Mérida, en julio de 1926.

La importancia histórica de tales objetos reside en el hecho de que no quedan de la pintura mural maya sino fragmentos ejecutados en épocas de relativa decadencia. La historia de tal arte deberá reconstituirse, como ya se hizo para la de los frescos griegos, siguiendo las huellas que dejó en el estilo de la pintura menor, notando tanto en la pintura de códices, que es más bien escritura, como en la pintura de vasos, descriptiva con más libertad, queda también el recurso de los bajorrelieves de poco bulto, en los cuales, siendo revestidos de color, la pintura jugaba un papel mayor.

Tales esculturas, como el relieve de la Cruz de Palenque, ahora en el Museo Nacional, son testigos de lo que ha podido ser la gran pintura del Antiguo Imperio; como el esqueleto basta para definir el cuerpo que lo recubría.

Se ha discutido mucho sobre los parecidos entre el arte maya y las artes asiáticas. En lo que se refiere a pintura, los parecidos estéticos son muy superficiales. No llegan más allá del uso de la línea trazada al pincel, silueteando los volúmenes y sugiriéndolos sin modelar.

Al contrario, las diferencias abundan: en el solo ejemplo aquí reproducido, se ve el gusto por las composiciones simétricas (los dos cazadores y el venado; los dos personajes sentados en el árbol) y por las pirámides (los dos venados sentados y el árbol). Tales tendencias y el uso de ejes fijos para componer (mitad y sección de oro), como se puede comprobar en los murales todavía existentes, los acercan a la tradición estética occidental y los alejan en absoluto de las pinturas orientales, las cuales rehuyen la composición geométrica para atenerse a una unidad psicológica o atmosférica (pintura china). Es muy típico también, y muy peculiar a los aborígenes americanos, la naturalidad con la cual el artista crea seres artificiales para dar cuerpo a abstracciones.

La esfinge egipcia, el toro barbado asirio, los dioses hindúes, son obtenidos por la reunión híbrida de elementos anatómicamente exactos. Pero el realismo mismo de los detalles impide al conjunto dar una impresión convincente de realidad. En la estética maya, el artista va más allá y reforma, impulsado por ideales ahora desconocidos, hasta los detalles mínimos de los monstruos que se empeña en crear: el "zopilote" volando luce un sombrero adornado con plumas. Los venados, a más de sus orejas, tienen orejas humanas, atravesadas por vistosos aretes, y sus patas traseras se doblan, sin respeto a la anatomía, como piernas humanas.

Tal conjunto no tiene ya, ni en los detalles, punto de contacto con la realidad óptica diaria y toma, a razón misma de su irrealidad sostenida, una apariencia más razonable que las esfinges, por ejemplo, éstas todavía demasiado dependientes de la lógica común. Tal hipnotización plástica del espectador y su transporte hacia un plano a donde ya no le puede servir su juicio crítico natural es el milagro que debe producir toda obra de arte auténtica y es una de las bellezas fundamentales del arte maya.

 

Fermín Revueltas

Los Bajorrelieves del Templo de los Guerreros

PREVIOUS
NEXT